lunes, 8 de abril de 2013

Azorin. La voluntad II


Fíjate en que hoy el público ha cambiado totalmente: no hay público, sino públicos, sucesivos, rápidos, momentáneos. Un público antiguo era un público de veinte, treinta, cuarenta años..., vitalicio. La lectura estaba menos propagada, no había grandes periódicos que en un día difundían  por toda una nación un hecho; se publicaban menos libros; eran menos densas y continuas las relaciones entre los mismos literatos, y entre los literatos y el público…

-terminados sus estudios, se desparraman todos por sus aldeas, pueblos, ciudades, donde ya no tendrán más diversión que su escopeta y sus naipes, cosa no muy intelectual

-así como antes la longitud del público emparejaba, sin faltar ni sobrar apenas, con la longitud de la vida del escritor, hoy cuatro o seis longitudes de público son precisas para una de escritor.

-un artista que no vive para el público  y por el público ¿cómo ha de fracasar?

-Leon Taxil, el gran mistificador

-si tenemos un ángel a nuestro lado –como asegura tanta gente respetable-, no hay duda que este ángel, que leerá los pensamientos más recónditos, habrá sentido hacia el maestro, por este instante de contrición sincera, una vivísima simpatía.

-lo que da medida de un artista es un sentimiento de la naturaleza, del paisaje…Un escritor será tanto más artista cuanto mejor sepa interpretar la emoción del paisaje…Es una emoción completamente, casi completamente moderna. En Francia solo data de Rousseau y Bernardino de Saint Pierre…En España, fuera de algún primitivo, yo creo que sólo la ha sentido Fray Luis de León en sus Nombres de Cristo…Pues bien: para mí, el paisaje es el grado más alto del arte literario.

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