Fíjate en que hoy el público ha
cambiado totalmente: no hay público, sino públicos, sucesivos, rápidos,
momentáneos. Un público antiguo era un público de veinte, treinta, cuarenta
años..., vitalicio. La lectura estaba menos propagada, no había grandes periódicos
que en un día difundían por toda una
nación un hecho; se publicaban menos libros; eran menos densas y continuas las
relaciones entre los mismos literatos, y entre los literatos y el público…
-terminados sus estudios, se
desparraman todos por sus aldeas, pueblos, ciudades, donde ya no tendrán más
diversión que su escopeta y sus naipes, cosa no muy intelectual
-así como antes la longitud del
público emparejaba, sin faltar ni sobrar apenas, con la longitud de la vida del
escritor, hoy cuatro o seis longitudes de público son precisas para una de
escritor.
-un artista que no vive para el
público y por el público ¿cómo ha de
fracasar?
-Leon Taxil, el gran mistificador
-si tenemos un ángel a nuestro lado –como
asegura tanta gente respetable-, no hay duda que este ángel, que leerá los
pensamientos más recónditos, habrá sentido hacia el maestro, por este instante
de contrición sincera, una vivísima simpatía.
-lo que da medida de un artista es
un sentimiento de la naturaleza, del paisaje…Un escritor será tanto más artista
cuanto mejor sepa interpretar la emoción del paisaje…Es una emoción
completamente, casi completamente moderna. En Francia solo data de Rousseau y
Bernardino de Saint Pierre…En España, fuera de algún primitivo, yo creo que
sólo la ha sentido Fray Luis de León en sus Nombres de Cristo…Pues bien: para
mí, el paisaje es el grado más alto del arte literario.
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