domingo, 23 de febrero de 2014

Azorín (Confesiones de un pequeño filósofo)

-Mi vecino era un muchacho recogido y taciturno que luego se hizo clérigo.

-Os digo que esta idea de que siempre es tarde es la idea fundamental de mi vida

-De Monóvar a Yecla íbamos en carro(...) llevábamos como viático una tortilla y chuletas y longanizas fritas.

-hondos relejes

-un cántaro que al trasminar

-Palmadas verdaderamente odiosas de los Padres Semaneros

-el lenguaje mudo de un dolor misterioso.

-desde sus ventanas se domina la pequeña vega yeclana. Es un paisaje verde y suave; la fresca y clara alfombra se extiende hasta las ligeras colinas de los cerros rojizos que cierran el horizonte.

-en esta llanura grata, frente por frente de las ventanas del estudio, una casa pequeña cuyas paredes blancas asoman a lo largo de una floresta cerrada por una verja de madera. Desde mi pupitre, con la cabeza apoyada en la palma de la mano, ocho años he estado empapándome de esta verdura fresca y suavísima, y contemplando esta casa misteriosa, siempre en silencio, escondida entre el boscaje. Y esta visión continua ha sido uan especie de triaca de mis dolores infantiles.

-Parece que el destino se ha complacido en poner ante mi, a mi entrada en la vida, estos hombres entristecidos, mansamente resignados.

-los viajantes de comercio llaman a Yecla "la ciudad de las campanas"

-malagorando

-Este escolapio tan afable ¿presentía mi vocación?

-la honda huella que dejan en los espíritus infantiles para toda la vida, estas transiciones súbitas y brutales del placer al dolor.

-Recuerdo el olor a membrillo -el mismo de las grandes arcas de casa- que se exhalaba de la mia cuando levantaba la tapa.

-premidera, anafe, alpechin, almona, gualdos herrenes

-cotas rojas de los monagos

-cómo rosiga y sorbe los huesos.

-yo oía esta música torturante, de una tristeza bárbara, obra de un místico loco.

-toda la bondad ingénita de esas almas que Montaigne ha llamado "universales, abiertas y puestas a todo"

-Mi tio padeció atrozmente en sus últimos dias; él decía que era como si tuviera cerca "unos perricos que venian a morderle"

-¿Adónde vamos? No lo sé. Este es el mayor encanto de los viajes.

-polacra vieja, de las que transportan petróleo en sus bodegas

-hay un instante en nuestra vida, un instante único, supremo, en que detrás de una puerta que vamos a abrir está nuestra felicidad o nuestro infortunio.

-una leja en la que hay un espejo roto y un cantarillo con miera

-el efluvio amoroso y supremamente educador de la naturaleza

-
-siento una secreta angustia cuando evoco este momento único de nuestra vida, que ya no volverá.