miércoles, 22 de junio de 2016

Roland Barthes (El placer de texto)

-Este hombre sería la abyección de nuestra sociedad: los tribunales, la escuela, el manicomio, la conversación harían de él un extranjero: ¿quién sería capaz de soportar la contradicción sin vergüenza? Sin embargo este contra-héroe existe: es el lector del texto en el momento en que toma su placer.

-el escriba toma un lenguaje de bebé glotón: imperativo, automático, sin afecto,
una mínima confusión de clics (esos fonemas lácteos que el maravilloso jesuita Van
Ginnieken ubicaba entre la escritura y el lenguaje)

-Todo escritor dirá entonces: loco no puedo, sano no querría, sólo soy siendo neurótico.

-El texto que usted escribe debe probarme que me desea. Esa prueba existe: es la escritura.
La escritura es esto: la ciencia de los goces del lenguaje, su kamasutra (de esta ciencia no hay más que un tratado: la escritura misma).

-Sade: el placer de la lectura proviene indirectamente de ciertas rupturas (o de ciertos
choques): códigos antipáticos (lo noble y lo trivial, por ejemplo) entran en contacto; se crean neologismos pomposos e irrisorios; mensajes pornográficos se moldean en frases tan puras que se las tomaría por ejemplos gramaticales.

-El placer del texto es similar a ese instante insostenible, imposible, puramente novelesco que el libertino gusta al término de una ardua maquinación haciendo cortar la cuerda que lo tiene suspendido en el momento mismo del goce.

-lo que quiere es el lugar de una pérdida, es la fisura, la ruptura, la deflación, el fading[2] que se apodera del sujeto en el centro del goce

-En Lois, de Philippe Sollers, todo está atacado, deconstruido: los edificios ideológicos, las solidaridades intelectuales, la separación de los idiomas e incluso la sagrada armazón de la sintaxis (sujeto/predicado): el texto ya no toma por modelo la frase; a menudo es un poderoso chorro de palabras, una cinta de infralenguaje.

--pérdida del deseo verbal.

-Gusto el texto porque es para mí ese espacio raro del lenguaje en
el que toda «escena» (en el sentido doméstico, conyugal del término), toda logomaquia,está ausente.

-El texto caduca las actitudes gramaticales: es el ojo indiferenciado del que habla un autor excesivo (Angelus Silesius): «El ojo por el que veo a Dios es el mismo ojo por el que Dios me ve».

-El placer del texto es ese momento en que mi cuerpo comienza a seguir sus propias ideas, pues mi cuerpo no tiene las mismas ideas que yo.

-Perversidad del escritor (su placer de escribir no tiene función); doble y
triple perversidad del crítico y de su lector y así al infinito.

-por lo tanto no se puede salir de una dialéctica breve, en dos tiempos: el tiempo de la doxa, de la opinión, y el de la paradoxa,de la impugnación.

-todo texto sobre el placer será siempre dilatorio: será siempre una introducción a aquello que no se escribirá jamás.

-Mi placer puede tomar muy bien la forma de una
deriva[6]. La deriva adviene cada vez que no respeto el todo, y que a fuerza de parecer arrastrado aquí y allá al capricho de las ilusiones, seducciones e intimidaciones de lenguaje como un corcho sobre una ola, permanezco inmóvil haciendo eje sobre el goce intratable que me liga al texto (al mundo). Hay deriva cada vez que el lenguaje social, el sociolecto, me abandona (como se dice: me abandonan las fuerzas). Por eso otro nombre de la deriva sería lo Intratable, o incluso la Necedad.
Sin embargo, si se la alcanzara, decir la deriva sería hoy un discurso suicida.
-¿Será el placer nada más que un goce debilitado, aceptado y desviado a través de un escalonamiento de conciliaciones?

-la crítica se ejerce siempre sobre textos de placer, nunca sobre textos de goce: Flaubert, Proust, Stendhal son comentados inagotablemente la crítica dice entonces el goce vano del texto tutor, el goce pasado o futuro: tienen que leer, yo he leído: la crítica es siempre histórica o prospectiva: el presente constatativo, la presentación del goce le está prohibida; su materia predilecta es la cultura, que es todo en nosotros salvo nuestro presente.

-Con el escritor de goce (y su lector) comienza el texto insostenible, el texto imposible. Ese texto está fuera del placer, fuera de la crítica, salvo que sea alcanzado por otro texto de goce: no se puede hablar «del» texto, sólo se puede hablar «en» él, a su manera, entrar en un plagio desenfrenado, afirmar histéricamente el vacío del goce (y no repetirobsesivamente la letra del placer).

-¿debe entonces el artista seguir el siniestro precepto de Debussy: «tratar
humildemente de dar placer»?

-Es evidente que el placer del texto es escandaloso no por inmoral sino porque es atópico.

-¿Una gran obra de placer (la de Proust, por ejemplo) participa de la misma economía que las pirámides de Egipto? ¿El escritor es hoy día el sustituto residual del Mendigo, del Monje, del Bonzo: improductivo y sin embargo alimentado? ¿La comunidad literaria, análoga a la Sangha búdica —cualquiera sea la justificación que se da a sí misma—, es sostenida por la sociedad mercantil no por lo que el escritor produce (no produce nada) sino por lo que quema? ¿Excedentario, pero no inútil?

-la sociedad vive sobre el modo de la divisón: aquí un texto sublime, desinteresado, allá un objeto mercantil cuyo valor es… la gratuidad de ese mismo objeto. Pero la sociedad no tiene ninguna idea de esa división: ignora su propia perversión: «Las dos mitades en litigio tienen su parte: la pulsión tiene derecho a su propia
satisfacción, la realidad recibe el respeto que le es debido. Pero —agrega Freud— lo único gratuito es la muerte, como cada uno sabe». Para el texto, la única gratuidad sería su propia destrucción: no escribir, no escribir más, salvo si se es siempre recuperado

-Estar con quien se ama y pensar en otra cosa: es de esta manera como tengo los mejores pensamientos, como invento lo mejor y más adecuado para mi trabajo. Ocurre lo mismo con el texto: produce en mí el mejor placer si llega a hacerse escuchar indirectamente, si leyéndolo me siento llevado a levantar la cabeza a menudo, a escuchar otra cosa. No estoy necesariamente cautivado por el texto de placer; puede ser un acto sutil, complejo, sostenido, casi imprevisto: movimiento brusco de la cabeza como el de un pájaro que no oye nada de lo que escuchamos, que escucha lo que nosotros no oímos. 


-Contra la regla general: jamás dejarse embaucar por la imagen del goce, aceptar
reconocerla cuando sobreviene una perturbación de la regulación amorosa (goce precoz, retrasado, exaltado, etc.): ¿el amor-pasión como goce? ¿El goce como sabiduría (cuando llega a comprenderse a sí mismo fuera de sus propios prejuicios)?

-no hay aburrimiento sincero: si personalmente el texto-murmullo me aburre es porque en realidad no amo la demanda.¿Pero si yo la amase (si tuviese algún apetito maternal)? El aburrimiento no está lejos del goce: es el goce visto desde las costas del placer.

-La exactitud en cuestión no resulta de un aumento de los cuidados, no es un plusvalor  retórico, como si las cosas fuesen progresivamente mejor descritas, sino de un cambio de código: el modelo (lejano) de la descripción no es más el discurso oratorio (no se «pinta» más), sino una especie de artefacto lexicográfico.

-Cada ficción está sostenida por un habla social, un sociolecto con el que se
identifica: la ficción es ese grado de consistencia en donde se alcanza un lenguaje cuando se ha cristalizado excepcionalmente y encuentra una clase sacerdotal (oficiantes, intelectuales, artistas) para hablarlo comúnmente y difundirlo.

-Una despiadada tópica regula la vida del lenguaje; el lenguaje proviene siempre de algún lugar: es un topos guerrero.

-Entre dos asaltos de palabras, entre dos presencias de sistemas, el placer del
texto es siempre posible no como una cesión sino como el pasaje incongruente
—disociado— de otro lenguaje, como el ejercicio de una fisiología diferente.

-¿Cómo el texto puede «salir» de la guerra de las ficciones, de los sociolectos? Por un trabajo progresivo de extenuación. En primer lugar el texto liquida todo metalenguaje, y es por esto que es texto: ninguna voz (Ciencia, Causa, Institución) está detrás de lo que él dice. Seguidamente, el texto destruye hasta el fin, hasta la contradicción, su propia categoría discursiva, su referencia sociolingüística (su «género»); es «lo cómico que no hace reír»,la ironía que no sujeta el júbilo sin alma, sin mística (Sarduy), la cita sin comillas. Por último, el texto puede, si lo desea, atacar las estructuras canónicas de la lengua misma (Sollers): el léxico (exuberantes neologismos, palabras multiplicadoras, transliteraciones),la sintaxis (no más célula lógica ni frase). Se trata, por trasmutación (y no solamente por transformación), de hacer aparecer un nuevo estado filosofal de la materia del lenguaje; este estado insólito, este metal incandescente fuera del origen y de la comunicación es entonces parte del lenguaje y no un lenguaje, aunque fuese excéntrico, doblado, ironizado.
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-en los mejores —pienso en el de Bataille—, exaltación de ciertas expresiones y finalmente una especie de heroísmo insidioso.

-¿Cómo el texto puede «salir» de la guerra de las ficciones, de los sociolectos? Por un trabajo progresivo de extenuación.

-el texto puede, si lo desea, atacar las estructuras canónicas de la lengua misma
(Sollers): el léxico (exuberantes neologismos, palabras multiplicadoras, transliteraciones), la sintaxis (no más célula lógica ni frase).

-Se trata, por trasmutación (y no solamente por transformación), de hacer aparecer un nuevo estado filosofal de la materia del lenguaje; este estado insólito, este metal incandescente fuera del origen y de la comunicación es entonces parte del lenguaje y no un lenguaje, aunque fuese excéntrico, doblado, ironizado.

-Leemos un texto (de placer) como una mosca vuela en el volumen de una pieza,
por vueltas bruscas, falsamente definitivas, apresuradas e inútiles: la ideología pasa sobre el texto y su lectura como el enrojecimiento sobre un rostro (en el amor algunos gustan eróticamente de este rubor)

-en Fecundidad de Zola la ideología es flagrante, particularmente pegajosa:
naturalismo, familiarismo, colonialismo; eso no impide que continúe leyendo el libro.
¿Esta distorsión es banal? Es posible encontrar asombrosa la habilidad económica con la que el sujeto se escinde, dividiendo su lectura, resistiendo al contagio del juicio, a la
metonimia de la satisfacción: ¿será que el placer vuelve objetivo?

-El texto tiene necesidad de su sombra: esta sombra es un poco de ideología, un poco de representación, un poco de sujeto: espectros, trazos, rastros, nubes necesarias: la subversión debe producir su propio claroscuro

-La lucha social no puede reducirse a la lucha de dos ideologías rivales: lo que está en cuestión es la subversión de toda ideología

-la lingüística enuncia muy bien la verdad sobre el lenguaje pero solamente en esto: que ninguna ilusión consciente es realizada; es la definición misma de lo imaginario: la inconsciencia del inconsciente

-Todo lo que es apenas tolerado o rotundamente rechazado por la lingüística
(como ciencia canónica, positiva) —la significancia, el goce— es lo que precisamente
retira el texto de los imaginarios del lenguaje

-eppure si gaude

-Comprendo que para mí la obra de Proust es la obra de referencia, la mathesis
general, el mandala de toda la cosmogonía literaria, como lo eran las Cartas de Mme. de Sevigné para la abuela del narrador, las novelas de caballerías para Don Quijote

-Si usted clava un clavo en la madera, la madera resiste diferentemente según el lugar
donde se lo clave: se dice que la madera no es isótropa. El texto tampoco es isótropo: los bordes, la fisura son imprevisibles.

-Lo propio de nuestra contradicción (histórica) es que la significancia (el goce) está enteramente refugiada en una alternativa excesiva: o bien en una práctica del mandarinato (alternativa de una extenuación de la cultura burguesa), o bien en una idea utópica (la de una cultura del porvenir, surgida de una revolución radical, inaudita, imprevisible, de la cual el que hoy escribe sólo sabe una cosa: que, tal como Moisés, no entrará en ella)

-Todos los análisis socioideológicos concluyen en el carácter deceptivo de la literatura (lo que les quita un poco de su pertenencia): en todo caso la obra sería finalmente escrita por un grupo socialmente decepcionado o impotente, fuera de combate por situación histórica, económica, política; la literatura sería la expresión de esta decepción. Estos análisis olvidan (y es normal puesto que son hermenéuticas fundadas en la investigación exclusiva del significado) el formidable reverso de la escritura: el goce, goce que puede explotar a través de los siglos fuera de ciertos textos, escritos sin embargo bajo el amparo de la más oscura y siniestra filosofía

-Escribo porque no quiero las palabras que encuentro: por sustracción. Y al mismo tiempo, este penúltimo lenguaje es el de mi placer: leo a lo largo de las noches a Zola, a Proust, a Verne, Montecristo, las Memorias de un turista, e incluso a veces a Julien Green. Éste es mi placer pero no mi goce. Mi goce sólo puede llegar con lo nuevo absoluto pues sólo lo nuevo trastorna (enferma) la conciencia (¿ocurre esto fácilmente?, no lo creo; nueve veces sobre diez lo nuevo no es más que el estereotipo de la novedad).

-Para escapar a la alienación de la sociedad presente no existe más que este medio: la fuga hacia delante: todo lenguaje antiguo está inmediatamente comprometido, y todo lenguaje deviene antiguo desde el  momento en que es repetido. El lenguaje encrático (el que se produce y se extiende bajo la protección del poder) es estatutariamente un lenguaje de repetición; todas las instituciones oficiales de lenguaje son máquinas repetidoras: las escuelas, el deporte, la publicidad, la obra masiva, la canción, la información, repiten siempre la misma estructura, el mismo sentido, a menudo las mismas palabras: el estereotipo es un hecho político, la figura mayor de la ideología.
 (38)

-repetir hasta el exceso es entrar en la pérdida, en el cero del significado.

-En resumen, la palabra puede ser erótica bajo dos condiciones opuestas, ambas
excesivas: si es repetida hasta el cansancio o, por el contrario, si es inesperada, suculenta por su novedad (en ciertos textos, las palabras brillan, son como apariciones que distraen, incongruentes —importa poco que puedan parecer pedantes

-Nietzsche ha hecho notar que la «verdad» no era más que la solidificación de
antiguas metáforas

-Nihilismo: «los fines superiores se desvalorizan».

-Es un momento inestable, amenazado, pues otros valores superiores tienden inmediatamente antes de que los primeros sean destruidos a tomar el primer puesto; la dialéctica no hace más que ligar posibilidades sucesivas: de ahí proviene la confusión en el seno mismo del anarquismo. ¿Cómo instalar la carencia de todo valor superior? ¿La ironía? La ironía proviene siempre de un lugar seguro. ¿La violencia? Es un valor superior y de los mejor codificados. ¿El goce? Sí, en tanto no sea dicho, convertido en doctrina. El nihilismo más consecuente es tal vez aquel que se enmascara: de una manera interior a las instituciones, a los discursos conformistas,a las finalidades aparentes.

-Impulsándose hacia los límites del decir, en una mathesis del lenguaje que no quiere ser confundida con la ciencia, el texto deshace la nominación, y esta defección lo acerca al goce.

-En resumen, habría dos realismos: el primero descifra lo «real» (lo que se
demuestra pero no se ve); el segundo dice la «realidad» (lo que se ve pero no se
demuestra); la novela, que puede mezclar los dos realismos, agrega a lo inteligible de lo «real» la cola fantasmática de la «realidad»: sorpresa por que se comiese en 1791 una «ensalada de naranjas al ron», como en nuestros actuales restoranes: esbozo de inteligible histórico y empecinamiento de la cosa (la naranja, el ron) por estar allí.

-la preclusión del placer (y mucho más del goce) en una sociedad trabajada por dos morales: una moral mayoritaria, de la mediocridad; la otra, grupuscular, del rigor (político y/o científico). Se diría que la idea de placer ya no halaga a nadie. Nuestra sociedad parece a la vez tranquila y violenta, pero sin lugar a dudas es frígida.

-De todas las lecturas, la lectura trágica es la más perversa: obtengo placer escuchándome contar una historia cuyo final conozco: sé y no sé,
hago frente a mí mismo como si no supiese: sé muy bien que Edipo será descubierto, que Danton será guillotinado, pero de todas maneras… En relación con la historia dramática —aquella en la que se ignora el final— hay desaparición del placer y progresión del goce (en la cultura de masa actual, donde se efectúa un gran consumo de «dramáticas», hay por lo tanto poco goce).

-La muerte del Padre suprimió muchos de los placeres de la literatura. ¿Si ya no hay Padre para qué seguir contando historias? ¿Todo relato no se vincula al Edipo? ¿Contar no es siempre buscar el origen, decir sus querellas con la Ley, entrar en la dialéctica del
enternecimiento y del odio?

-Proximidad (¿identidad?) del goce y del miedo. Lo que repugna en esta vinculación no es tanto la idea de que el miedo es un sentimiento desagradable —idea banal— sino que es un sentimiento mediocremente indigno;


-Por una última fatalidad, el sujeto que tiene miedo permanece siendo siempre un sujeto; tal vez pueda ser remplazado por la neurosis (se habla entonces de angustia, palabra noble, científica: pero el miedo no es la angustia).

-recordé este escándalo científico: no existe ninguna gramática locutiva (gramática de lo que se habla y no de lo que se escribe, y para comenzar: gramática del francés hablado).Estamos entregados a la frase (y de allí a la fraseología).

-En efecto, es el poder de acabamiento el que define la maestría frástica y marca con una destreza suprema costosamente adquirida, conquistada, a los agentes de la Frase. El profesor es alguien que termina sus frases. El político entrevistado se preocupa visiblemente por imaginar un final a su frase: ¿y si olvidara lo que tiene que decir? ¡Toda su política se vería perjudicada! ¿Y el escritor? Valéry decía: «No se piensan palabras, solamente se piensan frases».

-escritor: un Piensa-Frases

-la lingüística ha señalado su carácter paradójico: inmutablemente estructurado y sin embargo infinitamente renovable: algo así como el juego de ajedrez.
¿A menos que para ciertos perversos la frase sea un cuerpo?

(pag.46)


-El texto de goce es absolutamente intransitivo. Sin embargo la perversión no es
suficiente para definir al goce, es su extremo quien puede hacerlo: extremo siempre
desplazado, vacío, móvil, imprevisible. Este extremo garantiza el goce: una perversión a medias se embrolla rápidamente en un juego de finalidades subalternas: prestigio,
ostentación, rivalidad, discurso, necesidad de mostrarse, etc.
-el placer del texto no es seguro: nada nos dice que el mismo texto nos gustará por segunda vez; es un placer que fácilmente se disuelve, se disgrega por el humor, el hábito, la circunstancia, es un placer precario (obtenido gracias a una plegaria silenciosa dirigida a las Ganas de sentirse bien y que estas Ganas pueden
revocar); de ahí proviene la imposibilidad de hablar de ese texto desde el punto de vista de la ciencia positiva (su jurisdicción es la de la ciencia crítica: el placer como principio crítico).

- El goce del texto no es precario, es peor, es precoz; no se produce en el tiempo justo,
no depende de ninguna maduración. Todo se realiza de una vez y este arrebato es evidente en la pintura actual: desde el momento en que es comprendida, el principio de la pérdida se vuelve ineficaz, es necesario pasar a otra cosa. Todo se juega, se goza, en la primera mirada.
El texto es (debería ser) esa persona audaz que muestra su trasero al Padre Político.

- habría «pequeños histéricos» (esos lectores) que obtendrían goce de un singular teatro: no el de la grandeza sino el de la mediocridad (¿si es que hay sueños, fantasmas de mediocridad?).

- El arte parece comprometido históricamente, socialmente. Por eso el artista se esfuerza por destruirlo.
Veo tres formas en este esfuerzo. El artista puede pasar a otro significante: si es
escritor hacerse cineasta, pintor, o, por el contrario, si es pintor, cineasta, o desarrollar
interminables discursos críticos sobre el cine, la pintura, reducir voluntariamente el arte amsu crítica. El artista puede también dejar la escritura y someterse a la significancia de la misma, hacerse sabio, teórico intelectual, hablar para siempre desde una zona moral limpia de toda sensualidad de lenguaje; puede también anularse, dejar de escribir, cambiar de oficio, de deseo.

- La desgracia es que esta destrucción es siempre inadecuada; o bien se hace desde el
exterior del arte y por lo tanto se vuelve no pertinente, o bien la destrucción consiente en permanecer en la práctica del arte y en consecuencia se ofrece rápidamente a la
recuperación (la vanguardia, ese lenguaje rebelde que va a ser recuperado).

- hay un acuerdo estructural entre las formas contestatarias y las formas cuestionadas.

- Inversamente, entiendo por subversión sutil aquella que no se interesa directamente
en la destrucción, esquiva el paradigma y busca otro término: un tercer término que sin
embargo no sea un término de síntesis sino un término excéntrico, inaudito. ¿Un ejemplo? Tal vez Bataille, que frustra el término idealista por un materialismo inesperado donde ocupan su lugar el vicio, la devoción, el juego, el erotismo imposible, etc.; de esta manera, Bataille no opone al pudor la libertad sexual, sino… la risa).


-p.50
-El texto de placer no es forzosamente aquel que relata placeres; el texto de goce no es
nunca aquel que cuenta un goce. El placer de la representación no está ligado a su objeto: la pornografía no es segura. En términos zoológicos se dirá que el lugar del placer textual no es la relación de la copia y del modelo (relación de imitación), sino solamente la del engaño y la copia (relación de deseo, de producción)

-Por otra parte sería necesario distinguir entre la figuración y la representación.
La figuración sería el modo de aparición del cuerpo erótico (no importa la forma o
grado) en el perfil del texto.

-La representación sería una figuración inflada, cargada de múltiples sentidos pero
donde está ausente el sentido del deseo: un espacio de justificaciones (realidad, moral,
verosimilitud, legibilidad, verdad, etc.). Veamos un texto de pura representación: Barbey d’Aurevilly escribe de la virgen de Memling: «Está erguida,perpendicularmente presentada. Los seres puros son erguidos. Las mujeres castas se reconocen en el talle y el movimiento, las voluptuosas se deslizan lánguidamente y se inclinan casi a punto de caer».

-La representación es precisamente eso: cuando nada sale, cuando nada salta fuera del
marco, del cuadro, del libro, de la pantalla

-Apenas se ha dicho algo sobre el placer del texto, en cualquier parte aparecen dos
gendarmes preparados para caernos encima: el gendarme político y el gendarme
psicoanalítico: futilidad y/o culpabilidad

-Vieja, muy vieja tradición: el hedonismo ha sido reprimido por casi todas las
filosofías, sólo entre los marginados se encuentra la reivindicación hedonista: Sade,
Fourier, para Nietzsche mismo el hedonismo es un pesimismo

-se nos habla continuamente del Deseo pero nunca del Placer, el Deseo tendría una dignidad epistémica pero el Placer no. Se diría que la Sociedad (la nuestra) rechaza (y acaba por ignorar) de tal manera el goce que no puede sino producir epistemologías de la Ley

-Es curiosa esta permanencia filosófica del Deseo (en tanto nunca es satisfecho): ¿esta palabra no denotaría una «idea de clase»? (Presunción de una prueba bastante grosera pero sin embargo bastante notoria: lo «popular» no conoce el Deseo, sólo placeres).

-Parece que existiría una mística de Texto. Por el contrario, todo el esfuerzo consiste en
materializar el placer del texto, en hacer del texto un objeto de placer como cualquier
otro.

-pues lo que el texto dice a través de la particularidad de su nombre es la ubicuidad del placer, la atopía del goce

-Imaginar una estética (si la palabra no está demasiado devaluada) fundada hasta el final (completamente, radicalmente, en todos los sentidos) en el placer del consumidor, fuese quien fuese, pertenezca a la clase o al grupo que sea, sin consideración de culturas y de lenguajes: las consecuencias serían enormes, tal vez incluso desgarradoras

-el sueño hace hablar a todo lo que en mí no es extraño, extranjero: es una

anécdota incivil hecha con sentimientos muy civilizados (el sueño sería civilizador).


-p.54

-No es solamente el carácter fatalmente metalingüístico de toda investigación institucional lo que traba la escritura del placer textual, ocurre también que actualmente somos incapaces de concebir una verdadera ciencia del devenir (la única que podría reunir nuestro placer sin disfrazarlo de una tutela moral)

-El árbol es a cada instante una cosa nueva; afirmamos la forma porque no aprehendemos la sutileza de un movimiento absoluto» (Nietzsche). El Texto sería también ese árbol cuya nominación (provisoria) debemos a la grosería de nuestros órganos. Seríamos científicos por falta de sutileza.

-¿Qué es la significancia? Es el sentido en cuanto es producido sensualmente.

-estremecimiento de su anulación

-Entonces tal vez el sujeto reaparece pero no ya como ilusión sino como ficción. Es posible obtener un cierto placer de una manera de imaginarse como individuo, de inventar una de las más raras y últimas ficciones: lo ficticio de la identidad. Esta ficción no es ya la ilusión de una unidad, es por el contrario el teatro de sociedad donde hacemos comparecer a nuestro plural: nuestro placer es individual, pero no personal.

-Se podría imaginar una tipología de los placeres de lectura —o de los lectores de
placer—; esta tipología no podría ser sociológica, pues el placer no es un atributo del
producto ni de la producción; sólo podría ser psicoanalítica comprometiendo la relación de la neurosis lectora con la forma alucinada del texto. El fetichista acordaría con el texto cortado, con la parcelación de las citas, de las fórmulas, de los estereotipos, con el placer de las palabras. El obsesivo obtendría la voluptuosidad de la letra, de los lenguajes segundos, excéntricos, de los metalenguajes (esta clase reuniría a todos los logófilos, lingüistas, semióticos, filólogos, todos aquellos para quienes el lenguaje vuelve). El paranoico consumiría o produciría textos sofisticados, historias desarrolladas como razonamientos, construcciones propuestas como juegos, como exigencias secretas. En cuanto al histérico (tan contrario al obsesivo), sería aquel que toma al texto por moneda contante y sonante, que entra en la comedia sin fondo, sin verdad, del lenguaje, aquel que no es el sujeto de ninguna mirada crítica y se arroja a través del texto (que es una cosa totalmente distinta a proyectarse en él).


-Texto quiere decir Tejido; pero si hasta aquí se ha tomado este tejido como un producto, un
velo detrás del cual se encuentra más o menos oculto el sentido (la verdad), nosotros
acentuamos ahora la idea generativa de que el texto se hace, se trabaja a través de un
entrelazado perpetuo; perdido en ese tejido —esa textura—, el sujeto se deshace en él
como una araña que se disuelve en las segregaciones constructivas de su tela. Si
amásemos los neologismos podríamos definir la teoría del texto como una hifología (hifos:es el tejido y la tela de la araña).

-¿el materialismo radical hacia el cual tiende la teoría es concebible sin el pensamiento del placer, del goce? ¿Los raros materialistas del pasado —cada uno a su manera—, Epicuro, Diderot, Sade, Fourier, no han sido todos eudemonistas declarados?

-puede perturbar el retorno del texto a la moral, a la verdad: a la moral de
la verdad: es un indirecto, un «descentrador» si se puede decir, sin el cual la teoría del
texto volvería a convertirse en un sistema centrado, una filosofía del sentido.

-No se puede decir nunca de manera suficiente la fuerza de suspensión del placer: es una verdadera epojé, una detención que fija desde lejos todos los valores admitidos (admitidos por sí mismos). El placer es un neutro (la forma más perversa de lo demoníaco).

--la oxidación de las consonantes, la voluptuosidad de las vocales, toda
una estereofonía de la carne profunda: la articulación del cuerpo, de la lengua, no la del
sentido, la del lenguaje.

-El honor es generalmente un desecho del poder

-el poder (la libido dominandi) está allí, agazapado en todo discurso que se sostenga
así fuere a partir de un lugar fuera del poder.

-Pero ¿y si el poder fuera plural, como los demonios? «Mi nombre es Legión»,

-el discurso de la arrogancia.

-llamo discurso de poder a todo discurso que engendra la falta, y por ende la
culpabilidad del que lo recibe

-La razón de esta resistencia y de esta ubicuidad es que el poder es el parásito de un organismo transocial, ligado a la entera historia del hombre, y no solamente a su historia política, histórica. Aquel objeto en el que se inscribe el poder desde toda la eternidad humana es el lenguaje o, para ser más precisos, su expresión obligada: la lengua.

-Como Jakobson lo ha demostrado, un idioma se define menos por lo que permite decir que por lo que obliga a decir.

-Hablar, y con más razón discurrir, no es, como se repite demasiado a menudo, comunicar, sino sujetar: toda la lengua es una acción rectora generalizada.


-Pero la lengua, como ejecución de todo lenguaje, no es ni reaccionaria ni progresista, es simplemente fascista, ya que el fascismo no consiste en impedir decir, sino en obligar a decir.

-Desde que es proferida, así fuere en la más profunda intimidad del sujeto, la lengua
ingresa al servicio de un poder. En ella, ineludiblemente, se dibujan dos rúbricas: la
autoridad de la aserción, la gregariedad de la repetición.-

-Pero a nosotros, que no somos ni caballeros de la fe ni superhombres, sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua. A esta fullería saludable, a esta esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar a la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura.

-Lo que aquí trato de señalar es una responsabilidad de la forma; pero esta responsabilidad no puede evaluarse en términos ideológicos; por ello las ciencias de la ideología siempre han gravitado tan escasamente sobre aquélla. De estas fuerzas de la literatura quiero indicar tres, que ordenaré bajo tres conceptos griegos: Mathesis, Mímesis, Semiosis.

-todas las ciencias están presentes en el monumento literario. Por esto puede decirse que la literatura, cualesquiera fueren las escuelas en cuyo nombre se declare, es absoluta y categóricamente realista: ella es la realidad, o sea, el resplandor mismo de lo real.

-La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura.

-En la medida en que pone en escena al lenguaje —en lugar de simplemente utilizarlo—, engrana el saber en la rueda de la reflexividad infinita: a través de la escritura, el saber reflexiona sin cesar sobre el saber según un discurso que ya no es epistemológico sino dramático

-Según el discurso de la ciencia —o según un cierto discurso de la ciencia—, el saber es un enunciado; en la escritura, es una enunciación. El enunciado, objeto ordinario de la lingüística, es dado como el producto de una ausencia del enunciador. Lenunciación, a su vez, al exponer el lugar y la energía del sujeto, es decir, su carencia (que no es su
ausencia), apunta a lo real mismo del lenguaje; reconoce que el lenguaje es un inmenso
halo de implicaciones, efectos, resonancias, vueltas, revueltas, contenciones

-La segunda fuerza de la literatura es su fuerza de representación. Desde la antigüedad
hasta los intentos de la vanguardia, la literatura se afana por representar algo. ¿Qué? Yo diría brutalmente: lo real. Lo real no es representable, y es debido a que los hombres quieren sin cesar representarlo mediante palabras que existe una historia de la literatura

-que la literatura es categóricamente realista en la medida en que sólo tiene a lo real como objeto de deseo; y diría ahora, sin contradecirme puesto que empleo aquí la palabra en su acepción familiar, que también es obstinadamente
irrealista: cree sensato el deseo de lo imposible.

-Esta función, posiblemente perversa y por ende dichosa, tiene un nombre: es la
función utópica. Aquí nos reencontramos con la historia.

-períodos más desolados de la desdicha capitalista, cuando la literatura encontró con Mallarmé —al menos para nosotros, los franceses— su figura exacta. La modernidad —nuestra modernidad, que entonces comienza— puede definirse por ese hecho nuevo: que en ella se conciban utopías de lenguaje

-«Cambiar la lengua», expresión mallarmeana, es concomitante con «Cambiar el mundo», expresión marxista: existe una escucha política de Mallarmé, de los que lo siguieron y aún lo siguen.

-Dante discute muy seriamente para decidir en qué lengua escribirá el
Convivio: ¿en latín o en toscano? No es en absoluto por razones políticas o polémicas por las que eligió la lengua vulgar, sino al considerar la apropiación de una y otra lengua a su materia: ambas lenguas —como para nosotros el francés clásico y el moderno, el francés escrito y el hablado— constituyen así una reserva en la cual se siente libre de abrevar según la verdad del deseo

-Desplazarse puede significar entonces colocarse allí donde no se los
espera o, todavía y más radicalmente, abjurar de lo que se ha escrito (pero no
forzosamente de lo que se ha pensado) cuando el poder gregario lo utiliza y lo serviliza.

-Puede decirse que la tercera fuerza de la literatura, su fuerza
propiamente semiótica, reside en actuar los signos en vez de destruirlos, en meterlos en
una maquinaria de lenguaje cuyos muelles y seguros han saltado; en resumen, en instituir, en el seno mismo de la lengua servil, una verdadera heteronimia de las cosas.

-La ciencia misma del deseo —el psicoanálisis— no puede dejar de morir un
día, aunque mucho le debamos, como mucho le debemos a la teología: porque el deseo es más fuerte que su interpretación.

-A esta deconstrucción de la lingüística es a lo que yo denomino semiología.

-Entonces la lingüística me pareció estar trabajando tras un inmenso señuelo, tras un objeto que ella tornaba abusivamente limpio y puro, limpiándose los dedos en la madeja del discurso como Trimalción en los cabellos de sus esclavos.

-La semiología sería desde entonces ese trabajo que recoge la impureza de la lengua, el desecho de la lingüística, la corrupción inmediata del mensaje: nada menos que los deseos, los temores, las muecas, las intimidaciones, los adelantos, las ternuras, las protestas, las excusas, las agresiones, las músicas de las que está hecha la lengua activa.

-creía yo (hacia 1954) que una ciencia de los signos podía activar la crítica social, y que Sartre, Brecht y Saussure podían reunirse en ese proyecto; se trataba en suma de comprender (o de describir) cómo una sociedad produce estereotipos, es decir, colmos de artificio que consume enseguida como unos sentidos innatos, o sea, colmos de naturaleza. La semiología (mi semiología al menos) nació de una intolerancia ante esa mescolanza de mala fe y de buena conciencia que caracteriza a la moralidad general y que al atacarla Brecht llamó el Gran Uso. La lengua trabajada por el poder: tal ha sido el objeto de esta primera semiología.


--Si la semiología de la que hablo retornó entonces al Texto es porque, en ese concierto
de pequeñas dominaciones, el Texto se le apareció como el índice mismo del despoder.
  
-La semiología aquí propuesta es entonces negativa o, mejor aún independientemente de la pesadez del término—, apofática, no porque niegue al signo sino porque niega que sea posible atribuirle caracteres positivos, fijos, ahistóricos, acorporales; en síntesis, científicos. Este apofatismo implica por lo menos dos consecuencias que se conectan directamente con la enseñanza de la semiología.

-Y no se trata ciertamente de que la literatura sea destruida, sino que ya no está custodiada: es pues el momento de ir hacia ella. La semiología literaria sería ese viaje que permite desembarcar en un paisaje libre por desheredamiento: ni ángeles ni dragones están allí para defenderla.


-75
-Hay una edad en la que se enseña lo que se sabe: pero inmediatamente viene otra en la que se enseña lo que no se sabe: eso se llama investigar.

-Quizás ahora arribe la edad de otra experiencia: la de desaprender, de dejar trabajar a la recomposición imprevisible que el olvido impone a la sedimentación de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado. Esta experiencia creo que tiene un nombre ilustre y pasado de moda, que osaré tomar aquí sin complejos, en la encrucijada misma de su etimología: Sapientia: ningún poder, un poco de
prudente saber y el máximo posible de sabor


domingo, 12 de junio de 2016

Henri Michaux (Un bárbaro en Asia)

-La vaca y el mono, los dos animales sagrados más insolentes

-lo miran a uno con un aplomo, con un bloqueo misterioso

-la respiración controlada con fines mágicos: ejercicio nacional hindú

-en el sentido profundo de la palabra, el hindú es práctico.

-el gran asceta Ramakrishna se vestía de mujer para sentirse la querida de  Krisna (el dios que vivió entre los hombres)

-las religiones hindúes no extraen la debilidad del hombre, sino su fuerza.

-el sánscrita es la lengua más encadenada del mundo; una lengua panorámica, de razonadores

-la castidad es el punto de partida de la magia

-hay hindúes que se masturban pensando en Dios.

-para el chino todo es alusiones, rodeos, breves contactos

-el cingalés anda  piadosamente

-el chino no tiene espíritu religioso; es demasiado modesto.

-a Confucio le embargó de tal manera una melodia que se quedó tres meses sin comer.

-indesacomodable

-¿Que harían los españoles si no vieran las llagas de Cristo?

-Un viejo que no sabe morir es un golfo (dice un discípulo de Confucio)

-repugna a los chinos ver un objeto tal cual es

-el chino es tan aficionado a la imitación y se somete con tanta naturalidad al modelo que uno se siente incómodo.

-son grandes trabajadores de pequeñas faenas

-a los primeros  portugueses católicos deseosos de convertir paganos, los chinos ofrecían doscientos bautismos por un cañón.

-todas las pedradas de Lao Tse aunque duras son frutas, pero naturalmente el viejo caprichoso no se las va a pelar a uno

-poco a poco el sauce nos educa, dándonos su lección cada mañana

-los chinos se humillan para no ser humillados. La cortesía es un procedimiento contra la humillación. Sonríen.

-como puede esperarse de hombres corteses y susceptibles, su literatura contiene las insolencias más crueles

-lo que les ha faltado a los japoneses es un gran rio. La sabiduría acompaña los ríos.

-los actores balineses se dan casi siempre la espalda

-

miércoles, 8 de junio de 2016

Rousseau según Jean Guëhenno

-su divisa: Vitam impendere vero (dedicar la vida a encontrar la verdad)

-filósofo legislador y lastimoso masoquista

-rumiaba sus desgracias en su desván de la calle del Chantre, y ello se convertiría en rencor, un largo rencor cuyos efectos sólo se verán más tarde, pero sin duda ya formaba lo más profundo de su humor, le entristecía y también el proporcionaba una especie de goce.

-1749. Verano muy caluroso. Dos leguas entre París y Vincennes. Hojea un Mercure de France, que propone un concurso: el progreso de las ciencias y las artes ha contribuido a corromper o depurar las costumbres."En el momento de leer esto, vi otro universo y me convertí en otro hombre." Satori bajo un árbol

-non aristotelico more -decían los Padres de la Iglesia- sed piscatorio.

-libertad, verdad y pobreza, he aquí las tres palabras que los literatos deberían tener siempre presente.

-sinceridad: armonía recobrada

-hay que ser uno mismo -decia según Bernardino de San Pierre

-lo que más le agradaba era la ensoñación desordenada y sin coacciones

-lo que más le gustaba era la ensoñación desordenada y sin coacciones.

-desde el cetro de las síndicos hasta el báculo de los pastores

-entran ganas de andar a cuatro patas cuando se lee vuestra obra (Voltaire)

-el hombre que medita es un animal depravado

-he aqui un hombre mil veces más artista que viudo

-es muy importante distinguir entre la cicuta y el peregil, pero no lo es en absoluto creer o no creer en Dios (Diderot en carta a Voltaire)

-sentí que el estado de autor sólo era, sólo podía ser ilustre y respetable mientras no fuese un oficio.

-mi oficio podía alimentarme, si mis libros no se vendían, y eso es precisamente lo que hacía que se vendiesen.

-las tardes, el paseo pero con un carnet y un lápiz

-escribía y pensaba sub divo

-los años de Les Charmettes fueron de aprendizaje y adquisición; los de Montmorency, de producción de si mismo

-la caída que había sufrido el hombre al convertirse en ser social, cómo la desigualdad habia sido el origen de todo el mal.

-en la soledad es donde más se siente la ventaja de vivir con alguien que sabe pensar

-Proteo de almas semanales

-la imposibilidad de alcanzar a los seres reales me lanzó al país de las quimeras, y al no ver nada digno de mi delirio, lo alimenté en un mundo ideal

-intuyó una objeción a su primer proyecto de la Nueva Eloisa: "cuanta finura para unos campesinos"

-soñaba con pintar una Arcadia, con escribir alguna tierna historia de la edad de oro

-voluptuosa resistencia al deseo

-si el amor es un deseo que se irrita con los obstáculos...no es bueno que esté satisfecho, vale más que dure y sea desgraciado a que se apague en el seno de los placeres.

-el tiempo hubiese unido al hastío de una larga posesión los estragos de la edad y el declive de la belleza.

-la idea quietista del amor puro lo consolaba en su soledad. Él siempre había amado, no ya sin esperanza, sino sin objeto: a veces se decía que no existe amor más elevado.

-Madame Houdetot iba a caballo y vestida de hombre. A pesar de que no me agradan en absoluto este tipo de mascaradas, quedé prendado por el aire novelesco de aquella y entonces surgió el amor.

-amores por procuración

-las micciones, muy dolorosas, las efectuaba ejerciendo fuerte presión con las manos sobre el hipogastrio

-Juan Jacobo cita la expresión de Pitágoras: "No mojes tu cuchillo en leche". Y comenta:"Creo que ese misterioso precepto debe aplicarse a las amistades rotas

-coterie holbachique (camarilla holbáchica)

-cacouacs = filósofos ilustrados

-humillar su pureza con sonrisas

-la mayor virtud es ser uno mismo

-si hay que ser y no parecer, toda imitación es un crimen, y toda poesia, mentira.

-vitam impendere vero.Someter la vida a la verdad.

-puedo engañarme a mi mismo pero nunca engañaros voluntariamente, temed mis errores, nunca mi mala fe.

-solo recibo el mal que me hacen y no el que sentiría al devolverlo.

-solo se es feliz antes de serlo

-la felicidad me aburre

-el país de las quimeras es el único digno de ser habitado en este mundo

-nada hay  bello excepto lo que no existe.

-se considera un Proteo de almas semanales

-describirse intus et in cute

-Ermitage, Montmorency

-sólo supe escribir siempre por pasión

-sub divo

-avenencia

-Emilio posee pocos conocimiento pero los que posee son realmente suyos

-no es posible gobernar sin laconismo (Saint Just)

-todo ciudadano ocioso es un granuja

-la conciencia es el mejor de los casuistas; sólo si se regatea con ella se recurre a las sutilezas del razonamiento

-huid de aquellos cuyo aparente escepticismo es cien veces más afirmativo y dogmático que el tono decidido de sus adversarios.

-para construir su Vicario Saboyano se basó en el reverendo Gaime de Turín y en el reverendo Gâtier de Annecy.

-solo el malvado está solo (Diderot). Solo el bueno está solo (Rousseau9

-los pensamientos comunes no son iguales en las personas acomodadas que en los miserables

-teólogos y filósofos, igualmente equivocados, él solo formaba su propio bando

-no hay hombre honesto sin religión

-hay que ser uno mismo

-una vez estuvieron a punto de reñir a fuerza de gentileza

-un hombre sin vestiduras nos desnuda. un hombres sincera desnuda

-Proteo de almas semanales -lo que ahora se denomina bipolaridad

-la sinceridad es el primer combate; la búsqueda de la verdad, el segundo. Solo quien libra el primero puede acceder al segundo

-Nueva Eloisa, Emilio, Contrato Social, todo lo escribió en 5 años

-busco el derecho y la razón y no discuto los hechos.

-escribir un pequeño tratado con un código para los hombres al que se verían obligados a remitirse, como el decálogo de Moises o el Sermón de Jesús.

-la vida social es servidumbre universal

-a la palabra "pueblo", Juan Jacobo le dió un valor místico

-contrato social: soberanía del pueblo. No existe el derecho del más fuerte. Puede haber hecho pero no crea derecho

-no hay más pueblos que los soberanos

-su sistema encerrará al hombre en la presión de una ciudadela virtuosa pero clerical, pobre y sin necesidades

-J.J. decidía como habian de ser los hombres, los filosofos ilustrados, sus antiguos amigos, continuaban mirándolos tal y como eran.

-erudición del acostarse

-las sociedades viven de esas ficciones y las costumbres se transforman lentamente a causa de ellas

-maestro de almas

-todo puede amanerarse, hasta la sinceridad

-el mariscal le llevó al fraile fuldense, fray Côme, que consiguió sondarlo y lo tranquilizó. No tenía ninguna piedra

-Turco, su perro y más fiel amigo, también estaba enfermo

-El tierno parloteo con una desconocida se asemejaba bastante a su amor por las sílfides. Hablaban de amor sin hacerlo. Se llamaba Marianne de la Tour Franqueville, tenía treinta años y como tantas mujeres de su época, estaba mal casada y mal amada.  Marianne, fiel como Julia, le escribiría toda la vida.

-nescit Orcus reddere praedam

-es imposible para un escritor ser sincero

-ha nacido para solo. Y esa nativa pereza...

-nunca encontró placer más que en la realización de si mismo

-Oh Charmettes, oh pereza, paraíso de juventud

-la sinceridad es un sistema cerrado

-famoso  dia de octubre de 1749, aquella deslumbrante tarde en que, en el camino de Vicennes, el azar de una lectura, de una pregunta planteada en el Mercure de France por la Academia de Dijon, de pronto lo habia revelado a si mismo y liberado con una inspiración súbita.

-la sinceridad lo había hecho célebre a pesar suyo

-hipocresía de los tímidos y los débiles

-hacerme bueno para mi mismo, sin ser en absoluto malo para los demás.

-Diccionario filosófico portátil (Voltaire)

-La verdad avanzaba de puntillas

-empleó túnica armenia para ocultar las sondas para poder orinar

-Juan Jacobo dijo ser víctima primero de las jesuitas y luegos de los filósofos ilustrados

-los hombres pueden hacerme desgraciado pero nunca injusto o malvado.

-Milord Mariscal, escocés al servicio del Rey de Prusia, el gran amigo de J.J.

-careciendo, según el ejemplo de Jesucristo, del gusto por las sutilezas doctrinales y los galimatias de los teólogos

-una sola conciencia podía valer más que un estado

-experto en generalizaciones

-he pensado como hombre, he escrito como hombre, lo han encontrado mal, voy a convertirme en mujer

-botánica: la verdadera ocupación de una cuerpo ambulante y de un espíritu perezoso

-Epistolario con la anónima Enriqueta

-posee la "celebridad de las desgracias"

-deleites de confesionario

-el azul de una pervinca cogida en un día de primavera con mamá, le salta a los ojos

-Devin de village, ópera

-¿de dónde, Dios mio, saca ese buen hombre los ojos que clava en sus amigos?, dice a propósito de David Hume

-la astucia de los monos, según dicen los negros, es que pueden hablar pero no lo hacen para que no los obliguen a trabajar.

-escribir el más fuerte y peligroso de sus libros

-son confesiones de relojería: para la posteridad

-perezoso en el actuar por ser demasiado ardiente en el desear

-trabajaba en las Confesiones, ensayaba melodías en su espineta, iba a herborizar a la landa

-no dejeis a un granuja de mi especie entre gente honesta

-proyecto de novela Emile et Sophie o los Solitarios

-Louise Françoise Eleonore de La Tour, baronesa de Warens: mamá+ señorita Serre+señora de Mably+señora Dupin+señora d´Houdestot+ Teresa= su historial amoroso

-la señora de Boy de la Tour le hizo llevar desde Lyon, a espaldas de un hombre, una espineta

-la solidez de las instituciones siempre ha dependido del rigor de las costumbres

-Rousseau anuncia el nacionalismo. La palabra nación aparece continuamente, la utiliza con un fervor y una autoridad profética que da miedo.

-ya no hay franceses, ingleses, españoles...sólo hay europeos. Todos tienen los mismo gustos, las mismas pasiones pero ninguno ha recibido una forma nacional para una instituciones particular.

-un niño al abrir los ojos debe ver la patria y hasta la muerte no debe ver más que a ella

-la idea de ciudadano de Plutarco, la desarrolla

-inventaba una república como habia inventado una notación musical. Construía la nueva ciudad con el fanatismo de un cura y la fantasía deun bricoleur en su habitación, y anunciaba tanto a Robespierre como a Fourier

-me dicen que quiero hacer de Polonia un pueblo de capuchinos, pero eso no es más que un argumento a la francesa y que burlarse no es razonar. No imaginaba que los franceses serían los primeros en desear ardientemente convertirse en capuchinos, más exactamente en jacobinos.

-Post tenebras lux

-obreros de la tinieblas

-lejos de los adoquines y de los hombres

-los filósofos ilustrados, grandes imitadores de los procedimientos de los jesuitas

-su gran amigo de vejez: Bernardino de Saint Pierre

-emplea dos ritmos: el del ensueño y el de la acción. Sabía soñar como nadie y arrastrarnos al ensueño. Una frase amplia, de deliciosa melancolía, os embargaba, os sacaba del mundo, os devolvía a la sencillez y la grandeza. Pero otra frase, más rápida, más severa y fuerte, reluciente como espada desenvainada, os llenaba de confianza y de valor.


sábado, 4 de junio de 2016

Julien Gracq (En el castillo de Argol)

-la mediocre aptitud de este relato para ser puesto en cualquier mano.

-el vigor de lo dado debería excluir por siempre cualquiera de las escapatorias de la necia fantasmagoría simbólica

-Hegel, pese a su declarada aversión a los ejemplos

-desapropiación de las cosas

-ventanas visiblemente hechas para mirar de fuera adentro

-perversa inutilidad de aquel grandioso decorado

-le habian llevado a explorar los informes más ignorados de los archivos bretones

-y perdiendo el aliento, sintió ahora que los pasos iban a alcanzarle, y, en el omnipotente desfallecimiento de su alma, sintió el relámpago helado de un cuchillo hundirse entre sus hombros como un puñado de nieve.