viernes, 6 de abril de 2012

Ronsard III

-tanto puede la fuerza de una musa sagrada que se impone a la muerte y al destino voluble no tal vez para siempre, pero si largo tiempo.
Sobre un lecho de hierbas cavilando me digo
que por dar tanto amor poca es mi recompensa,
que por poner toda el alma a los pies de una amada
es pintar en el mar, detener los vientos.
Aunque sé sin embargo que vendrá la vejez
que con las artes de la bruja mudará vuestro rostro
y que vuestros cabellso van a hacerse de plata
y que ya no habrá amor que os habite los ojos,
y que entonces tendreis, si os asaltan  congojas,
en la mente mis versos y en los labios mi nombre

-Adios bosques, adios. Adiós, verde lugar
de los árboles gayos que no saben de Amor
ni de aquella su madre (Venus) que enloquece al más cuerdo

-el Amor y la Muerte son al cabo lo mismo

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