-era un ecónomo enviado hasta que se nombrase un párroco en propiedad; pero en esa parroquia las interinidades solían prolongarse.
-su novia, para vengarse de sus cuchufletas, decía que parecía un pintor fracasado que acababa en fotógrafo.
-el endiablado Rolandsen no sabía cometer torpezas, alternando con personas de viso y diciéndoles las finezas que hacían al caso.
-Enoch era un pescador despierto y de genio apacible que andaba siempre con los ojos bajos.
-el telegrafista era gran cavilador e inventor afortunado. En su habitación olía a ácidos y medicinas.
-Rolandsen no había ido así, a humo de pajas, a esperar a los párrocos.
-la primavera enciende la creación toda, y sus vientos picantes soplan en las más castas narices.
-Nicodemus no hacia nada malo: era un hombre temeroso de Dios y escogió la noche para su visita; pero lo que le movía era la salud del alma
-el nuevo párroco resultó ser un gallo de pelea
-en el púlpito estaba tan pálido que parecía un loco. A algunos les bastó el primer domingo para darse cuenta que no necesitaban volver.
-y en medio de todo ello, una joya: un libro de Töpsoe.
-y un trocito de polipodio deja buen gusto de boca.
-recibí una carta de un Smith Petersen escrita con una caligrafía desconsoladoramente ilegible.
-es verdad que no me gusta tener gente junto a mi; pero eso es verdad en general. Comprendo usted que soy sordo y nadie tiene paciencia de hablar conmigo.
-sufro una desilusión al comprobar que no entiendo nada de la ley de los colores complementarios de Goethe cuando me decido a leerla.
-dos beldades en medio de este inverosimil mundo de ancianos de ochenta y noventa años.
-
-es profesor seminarista y no quiere prestarme ningún libro de la biblioteca popular, a pesar de que, seguramente, he escrito yo mismo alguno de ellos.
-dormir es, sin comparación alguna, mejor que comer.
-el sueño es la incomparable locura que me permite encontrar dinero en un bolsillo, dinero que no he perdido y he buscado mucho.
-iba Sócrates por la calle con un amigo y Sócrates saludó a alguien que encontraron. El amigo observó enfadado que el otro no correspondía a su saludo. Sócrates sonrió y dijo que a él no le importaba nada ser más cortés que el otro.
-en la magistratura de Salten, nos poníamos humildemente la boina bajo el brazo izquierdo y saludábamos: "La paz del Señor" al entrar; "Dios bendiga el trabajo" cuando alguien tenía un trabajo entre manos, y "Quedad en paz", cuando nos íbamos.
-quiero lo que quiere la policia. Ahora no tengo voluntad propia.
-me metieron en la Clínica de Siquiatría de Oslo, una institución para enfermos nerviosos y enfermos mentales, el dia 15 de octubre de 1945.
-ni por pienso...
-¿Te apeas y lanzas tu sombrero al suelo ante dos ojos que se encuentran con los tuyos?
-una paciente me habla; pero soy sordo y tengo que hacer signos de asentimiento al buen tuntún.
-estoy de buen humor y hablo mucho. La señora desconfía, al fin, de mis diferentes sentidos y me deja en paz.
-mis asuntos están en un vergonzoso desorden; no he contestado a ninguna carta, ni he dado las gracias por las flores ni por los pequeños regaloa que he recibido acompañados de postales y saludos. Es el segundo año que no doy las gracias a mi buen editor de Barcelona, que no se olvida nunca de enviarme, por Año Nuevo, un telegrama deseándome felicidades.
-la Patria está donde nos encontramos a gusto; esta es mi opinión.
-Tácito opina que nosotros los germánicos servimos bien para morir.
-¿Por qué se me ocurre esto ahora? No me sirve para nada y no encierra ninguna enseñanza. Se me ocurre unicamente porque estoy contento y chispeante.
-Todos juntos nos hallamos de viaje hacia un país al que llegamos siempre demasiado pronto
-Enoch era un pescador despierto y de genio apacible que andaba siempre con los ojos bajos.
-el telegrafista era gran cavilador e inventor afortunado. En su habitación olía a ácidos y medicinas.
-Rolandsen no había ido así, a humo de pajas, a esperar a los párrocos.
-la primavera enciende la creación toda, y sus vientos picantes soplan en las más castas narices.
-Nicodemus no hacia nada malo: era un hombre temeroso de Dios y escogió la noche para su visita; pero lo que le movía era la salud del alma
-el nuevo párroco resultó ser un gallo de pelea
-en el púlpito estaba tan pálido que parecía un loco. A algunos les bastó el primer domingo para darse cuenta que no necesitaban volver.
-y en medio de todo ello, una joya: un libro de Töpsoe.
-y un trocito de polipodio deja buen gusto de boca.
-recibí una carta de un Smith Petersen escrita con una caligrafía desconsoladoramente ilegible.
-es verdad que no me gusta tener gente junto a mi; pero eso es verdad en general. Comprendo usted que soy sordo y nadie tiene paciencia de hablar conmigo.
-sufro una desilusión al comprobar que no entiendo nada de la ley de los colores complementarios de Goethe cuando me decido a leerla.
-dos beldades en medio de este inverosimil mundo de ancianos de ochenta y noventa años.
-
-es profesor seminarista y no quiere prestarme ningún libro de la biblioteca popular, a pesar de que, seguramente, he escrito yo mismo alguno de ellos.
-dormir es, sin comparación alguna, mejor que comer.
-el sueño es la incomparable locura que me permite encontrar dinero en un bolsillo, dinero que no he perdido y he buscado mucho.
-iba Sócrates por la calle con un amigo y Sócrates saludó a alguien que encontraron. El amigo observó enfadado que el otro no correspondía a su saludo. Sócrates sonrió y dijo que a él no le importaba nada ser más cortés que el otro.
-en la magistratura de Salten, nos poníamos humildemente la boina bajo el brazo izquierdo y saludábamos: "La paz del Señor" al entrar; "Dios bendiga el trabajo" cuando alguien tenía un trabajo entre manos, y "Quedad en paz", cuando nos íbamos.
-quiero lo que quiere la policia. Ahora no tengo voluntad propia.
-me metieron en la Clínica de Siquiatría de Oslo, una institución para enfermos nerviosos y enfermos mentales, el dia 15 de octubre de 1945.
-ni por pienso...
-¿Te apeas y lanzas tu sombrero al suelo ante dos ojos que se encuentran con los tuyos?
-una paciente me habla; pero soy sordo y tengo que hacer signos de asentimiento al buen tuntún.
-estoy de buen humor y hablo mucho. La señora desconfía, al fin, de mis diferentes sentidos y me deja en paz.
-mis asuntos están en un vergonzoso desorden; no he contestado a ninguna carta, ni he dado las gracias por las flores ni por los pequeños regaloa que he recibido acompañados de postales y saludos. Es el segundo año que no doy las gracias a mi buen editor de Barcelona, que no se olvida nunca de enviarme, por Año Nuevo, un telegrama deseándome felicidades.
-la Patria está donde nos encontramos a gusto; esta es mi opinión.
-Tácito opina que nosotros los germánicos servimos bien para morir.
-¿Por qué se me ocurre esto ahora? No me sirve para nada y no encierra ninguna enseñanza. Se me ocurre unicamente porque estoy contento y chispeante.
-Todos juntos nos hallamos de viaje hacia un país al que llegamos siempre demasiado pronto
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